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«Oportet Illum Regnare», el fuego de la misión…

8 Jun

Hay cosas que no pueden pasar inadvertidas a ningún vanclarista del mundo entero, como el deseo de ser misioneros y propagar la Buena Nueva por el mundo entero, porque somos hijos de un corazón sin fronteras que vivió con el ansia misionera de anunciar la Palabra al estilo de los Apóstoles, de san Pablo y de otros grandes misioneros. En la primera carta a los corintios, Nuestra Madre fundadora, encontró, entre la meditación y el gozo de saborear la Palabra, una frase que convirtió en motor de su vida y de su obra misionera: «Oportet Illum Regnare», que traducida al español dice: «Urge que Él reine» (1 Cor 15,25). Hace muchos años, en una carta dirigida a una hermana Misionera Clarisa y a un grupo de vanclaristas Madre Inés escribió: “Qué alegría sentí de saber que son vanclaristas, señal de que en sus almas bulle el ansia misionera, claro, todo bautizado debe ser un misionero, como nos lo ha enseñado el Concilio Vaticano II (…). El Concilio, pues, nos dice que en el momento del bautismo fuimos injertados en la vida de Cristo y que desde ese momento participamos de su vida y por lo tanto de su misión en el mundo, que, como bien saben, fue redimir y salvar a todos los hombres”.  (Carta a una Misionera Clarisa y a un grupo de Vanclaristas, Roma, Italia, Noviembre 30 de 1977).

La Madre María Inés fue un alma que vivió siempre el fuego de la misión con una urgencia de que todos conocieran y amaran a Dios. El lema: “Urge que Él reine” la llevó a contemplar la fundación de un grupo de laicos que sintieran ese mismo fuego, esa pasión por el anuncio de Cristo. Eso es «Van-Clar». Un grupo de laicos que sintiéndose amados y llamados por Dios, no quieren hacer otra cosa que no sea vivir para Él.

Alfredo Delgado, M.C.I.U.